A meus parentes e amigos

A mis familiares y amigos
Se me ha ocurrido empezar un blog personal para ir publicando mis nuevas crónicas que vendrían a ser como una segunda edición de mi libro “80 Chispazos”.

Espero que os gusten, pues están todas “inspiradas” en experiencias de mi vida diaria. .

quinta-feira, 16 de agosto de 2012

Hojas secas


Las calles aparecen  cubiertas de hojas secas que  forman una alfombra dorada.
En el campo, los árboles están “desnudos”, rodeados de un mar de hojas que perdieron su verdor de un verano que ya se fue. Ahora forman parte de un suelo árido que las reseca sin piedad, cambiando su primitivo color de vida por un marrón de tonalidades distintas que transmiten sentimientos de fin de ciclo, de fin de una vida, otrora llena de vitalidad. Es otoño.
Estamos en el ocaso de una variada vida de luz diáfana, de flores coloridas, de sol ardiente, de melodías inauditas de pájaros… Toda esa belleza ha desaparecido, cediendo el lugar para un paisaje de pinceladas oscuras.
No sería mejor vivir un eterno verano? Una primavera sin fin? Un invierno de frío y nieve?
Sin embargo, el destino me ha puesto en un país donde puedo tener esas sensaciones de frío, calor y temperatura cálida durante el transcurso de unos pocos meses.
Esa vivencia me recuerda una vida de continua renovación. Un invierno constante volvería mi vida sin color; una eterna primavera, en una comodidad continua; un verano perenne,  en un desierto sin oasis.
Recuerdo que, durante mi infancia, iba a camino del colegio, caminando por una calle repleta de hojas secas. Iba jugueteando con mi primo Leandro dando patadas a los montones de hojas que revoloteaban en el aire, cayendo encima de nuestras cabezas. Vivía yo esa felicidad en pleno otoño, que para mí nada tenía de triste.
Es la  imagen que yo tenía de esa época del año. Ahora, al contemplar las hojas secas, sin vida, me entran deseos de caminar entre ellas lanzándolas a lo alto para que recuperen su vida de un verdor que tanta sombra nos proporcionó durante un verano ardiente.
Sin embargo, las hojas secas continuarán siendo un símbolo de un otoño que promete ceder su lugar para un invierno de nieve que, con su blancura, cubrirá cualquier vestigio de aquellas hojas sin vida.
      

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