A meus parentes e amigos

A mis familiares y amigos
Se me ha ocurrido empezar un blog personal para ir publicando mis nuevas crónicas que vendrían a ser como una segunda edición de mi libro “80 Chispazos”.

Espero que os gusten, pues están todas “inspiradas” en experiencias de mi vida diaria. .

sexta-feira, 25 de maio de 2012

Soñando con fantasmas


“Duerme, mi niño, duerme, que viene el coco y se come a los niños que duermen poco”…
Durante muchos años de mi infancia, esta canción era lo último que yo escuchaba antes de cerrar los ojos y entrar en el mundo de los sueños.
 ¡Qué horror! La amenaza de un cocodrilo  abriendo sus enormes mandíbulas para tragarme entero, me obligaba a quedarme acurrucado  en la cama, taparme hasta las orejas y quedarme dormido de puro miedo.
¿De cuál manual de psicología había sacado mi madre esa técnica para hacerme dormir? No lo sé, pero lo cierto es que las escenas de terror eran lo único que me tranquilizaba y me introducía en otro mundo repleto de animales que me protegían para no sucumbir en las garras feroces. El cocodrilo ya no podía tragarme, porque yo ya estaba durmiendo. De vez en cuando abría un ojo para ver si ese tal bicho estaba a mi lado con sus mandíbulas amenazadoras bien abiertas.
Mi madre podía ya salir de mi habitación tranquila, pues yo ya estaba en lo más profundo de los sueños.
Con mis hijos, intenté seguir esa misma técnica, pero los resultados no fueron los mismos. Fui cambiando de animales. Ahora era la escena de un perro que mordía el culito de mi hijo o la de un pájaro que picoteaba su cabecita. “No, no, papi, cuéntame algo  que me ayude a dormir. Con estas historias tétricas voy a quedarme despierto hasta mañana”.
¿Será que los tiempos han cambiado y ahora se viven las historias de terror durante el día, con películas que se presentan en la televisión con luchas de monstruos que matan con rayos laser o con la destrucción de castillos que desaparecen bajo las pisoteadas enormes de un dinosauro?
Ya no tiene sentido contar esas historias de terror para que mi hijo se duerma.
Así es que después empecé a contar otras historias  en las que, en vez de un cocodrilo, aparecía un simple Mikey Mouse enamorando a su novia Minie o al tío Rico nadando en un mar de monedas…
Ahora las cosas han cambiado. De día se vive con fantasmas y de noche, nada mejor que una buena historia de TBO…

terça-feira, 22 de maio de 2012

Un cumpleaños con atraso


A la edad de quince años se aspira a llegar cuanto antes a los veinte. Después la meta es cumplir los veinticinco para ir pensando ya en bodas y en la independencia familiar. Y pasan los años, cada vez más velozmente. Cuando menos se espera, empiezan a aparecer las primeras canas y celebramos un nuevo cumpleaños deseando que el calendario se detenga un poco. Ya, después de los setenta, “ojalá se olviden de darme la enhorabuena, para no tener que reconocer que estoy ya viejito”…
Esa sensación la he tenido en mi último cumpleaños. Por la mañana temprano salto de la cama “silenciosamente” para no despertar a mi esposa y obligarla a que me felicite por mi cumpleaños. Mis deseos se van cumpliendo. Mi esposa está desayunando conmigo y comentando la buena temperatura del nuevo día, pero de felicitarme… ¡nada!
Y van pasando las horas de ese día. Ni suena el teléfono de alguno de mis hijos felicitándome ni leo ningún mensaje de algún amigo en orkut. ¿Será que me he equivocado y hoy no es mi cumpleaños? No, no; estoy perdiendo algo la memoria, pero no llego a tanto… Incluso ayer mi esposa me comentaba que iríamos a celebrar mi cumpleaños por la noche, en compañía de uno de mis hijos.
¿Qué ha pasado? Bueno, me queda el consuelo de que nadie me ve más viejo, pues la fecha está pasando en blanco… El reloj está marcando casi medianoche cuando mi esposa me da un solemne beso y me dice: “perdona, pero casi se me olvida”… Mi hijo Fernando estaba firmando un documento y al escribir la fecha se dio cuenta de que era el mismo día de mi cumpleaños. “Perdona papi, pero casi, casi  no atino que hoy es tu día”…
 Suena el teléfono. Es mi hija Silvia que andaba tan resfriada que se durmió profundamente al tomar una aspirina pero, medio soñolienta, tuvo coraje para reunir a toda su familia para cantar “cumpleaños feliz”…
Mis otros dos hijos Ricardo y Felipe  también se acordaron de mí, antes de irse a dormir. Bueno, digo yo para mis adentros: es mejor tarde que nunca…
Mis deseos se han realizado en parte y casi, casi no cumplo otro año de vida…      

domingo, 13 de maio de 2012

Los perros de Madrid


Nunca imaginé que fuera posible. Los perros de Madrid no ladran, no  se pelean y tienen los mismos nombres que los humanos: Pablo, Carmen, Cristóbal y por ahí va.
Parece que ya nacen adiestrados. Si su dueño se para durante el paseo para charlar un poco con algún vecino, el perro se quedará quieto, esperando sentado pacientemente, sin importarse con sus otros “colegas”, que al igual que él, están también al lado de sus dueños.
Participan también de la vida social.  ¿Hora de bañarse? ¡A la misma ducha del resto de la familia! ¿Hora de dormir? Su camita ya está lista en un rincón de la habitación o, a lo mejor, en la propia cama de Pepe, el hijo menor.
Lo único que no les está permitido es entrar en las tiendas o supermercado. Sin embargo, no hay necesidad de dejarlo atado en la entrada. Basta sólo decirle “quédate ahí esperando” que él se echará al suelo y aprovechará para descansar un poco hasta que su dueño salga de la tienda y le diga “vámonos”.
La comunicación con su dueño no se limita apenas a decirle “busca”, “anda”, “vámonos”. Hay que explicarle el porqué de la orden dada. Días pasados, estaba yo paseando por el parque y me senté en un banco para descansar.  A mi lado estaba una señora que al rato se levantó y dijo a su perro: “Pablito, vámonos a casa que ya es tarde y va a llover. Mañana te traeré de nuevo para que juegues con tu amiguito”.
Y el perro menea alegremente el rabo para significar que lo ha entendido todo.
La visita al veterinario merece un capítulo aparte… Por algo será que hay un consultorio en cada esquina. “Doctor, no sé qué le pasa a mi perrito, pues anda muy triste”. “Doctor, ¿qué le doy para que no le caiga tanto pelo?” “Doctor, doctor, y si…”
Menos mal que, al salir del consultorio, podrá pasarse por la tienda al lado donde venden de todo para animales: ropa de invierno o verano, sombreritos de encaje, collares de perlas, lacitos de seda, mantas coloridas, huesos y pelotas de juguete, cepillos de dientes de color rosa o azul…
¡Qué vida tranquila y buena la de los perros de Madrid!