Un
río que se pierde en un horizonte sin fin.
Aguas
terrosas que esconden temibles pirañas que devoran a sus víctimas en segundos.
Troncos enormes que van a la deriva,
amenazando pequeñas y grandes embarcaciones.
Lindos parajes de frondosos árboles
donde reposan elegantes guacamayos de plumas coloridas y otras aves de rara
belleza.
Bellos atardeceres de un colorido
único que se mezcla caprichosamente en una paleta de algún artista invisible.
¿Cuál
es el hechizo que ejerce este gran río para que se lo contemple con respeto,
pero también con un amor que raya con lo divino?
Ese algo misterioso cautivó a mi hermano Cristóbal que lo subyugó
durante cincuenta años. Vivió momentos felices navegando por sus tranquilas
aguas, mientras juguetones bufeos
acompañaban su embarcación, pero también sufrió, víctima de tremendas tempestades como la que sucedió
en aquella noche del 30 de agosto de 1958.
Después de varias horas de
navegación, se formó inesperadamente una tempestad que obligó a los tripulantes
de la lancha a acelerar la máquina tratando de ganar la orilla del río para
esperar que amainara el tiempo y poder continuar el viaje.
De pronto, la lancha se chocó contra
un enorme tronco que iba flotando por el río y penetró en el cuarto de
máquinas, partiendo el casco en dos pedazos.
Se siguieron unos diez minutos de la
más tremenda confusión. Cristóbal sostenía con una mano a nuestra madre, que
también viajaba en la lancha, y con la otra una linterna que había encontrado en el momento del
hundimiento. Los dos estaban ya casi pereciendo ahogados cuando uno de los
marineros vio la luz de la linterna que
iba sumergiéndose y logró salvarlos.
Todos los náufragos tuvieron que
pasar la noche en la fangosa orilla, aguantando la lluvia torrencial hasta que vino
a auxiliarles un cañonero de la marina colombiana.
Así es el misterioso río Amazonas.
Bello y atrayente con su exótica variedad de peces y plantas acuáticas, como la
victoria regia, pero también temible con
sus amenazadoras aguas, capaces de
sepultar todo a su alrededor en el más profundo abismo.